Friday, April 3, 2009

LA MONEDA DE COBRE


Había una vez un sabio que al salir de la casa de oración, después de haber realizado sus rezos, se le acercó un mendigo y le pidió limosna. La conversación entre los dos fue la siguiente:


-Antes de que te de una moneda, dime si eres despilfarrador –preguntó el sabio.


-¡Sí, maestro, a fuerza de ser sincero, si soy gastador! –exclamó el mendigo al instante.


-Bien. Ahora dime si te gusta estar sentado bebiendo café y fumando un buen tabaco –siguió el maestro.


-¡Sí, así es! –respondió el mendigo.


-Ya entiendo –dijo el maestro- estoy casi seguro de que te gusta ir diariamente a los baños de aguas termales.


-¡Así es, maestro, así es! ¡Me encanta el agua caliente! –asintió el mendigo.


-Y casi te adivino –prosiguió el maestro- que te gusta divertirte y tomar licor con los amigos de la calle.


-¡Pues sí, así es! Me gustan todas esas cosas –respondió entusiasmado el mendigo.


-Bien, si esa es tu vida, te voy a dar una buena moneda.


Se dice que en ese momento dio al mendigo una moneda de oro. Algunos pasos más adelante, otro mendigo que había escuchado la conversación, le pidió limosna con gran insistencia; y este fue el diálogo.


-Antes de darte una limosna, déjame hacerte algunas preguntas –dijo el maestro-. Para comenzar dime, ¿eres un hombre derrochador?


-¡No, para anda! Yo no soy gastador, maestro –contestó el mendigo.


-Bien, ahora dime si te gusta estar sentado tranquilamente bebiendo café y fumando tabaco –continuó el maestro.


-¡No, por supuesto que no! Respondió de nuevo el mendigo.


-Bueno, por lo menos te gustará ir frecuentemente a los baños termales.


-¡No, claro que no!


-¿Acaso te viene bien divertirte bebiendo con los amigos? –seguía diciendo el maestro-.


-¡No, maestro, usted no me conoce! – respondió el mendigo-. Yo solo quiero vivir humildemente y rezar.


-¡Ahora sí ya entendí! –afirmó el maestro- Y extendió su mano. Le entregó una pequeña de cobre para que comiera un poco. Al recibirla, el mendigo le reclamó indignado:


-¿Por qué me das una moneda de poco valor y a aquel hombre gastador y disipado le entregaste una de oro? No te entiendo. Yo soy un hombre piadoso que vive con lo mínimo.


-Mira –le respondió el maestro-. A él le di más porque sus necesidades son mayores que las tuyas.

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