La forma en que los otros se comportan en uno de los motivos más frecuentes por los que perdemos la paz. Es un desafío tratar de mantenernos en equilibrio cuando estamos frente a alguien que no hace lo que esperamos. Especialmente si es nuestro hijo, un amigo o parte de nuestra familia.
Y allí es cuando verdaderamente entra en juego nuestro aprendizaje espiritual. Tratar de estar en paz sin intentar cambiar a nadie.
Cuando comenzamos este descubrimiento espiritual, nuestro entusiasmo hace que queramos compartir lo que hemos aprendido con todos y especialmente con la familia, los amigos y la pareja.
Pero a nadie le gusta que le digan lo que tiene que hacer. La otra persona aún no entiende la vida de la misma manera que nosotros y llegar a verla diferente no depende la información que les ofrescamos, sino de nuestro ejemplo.
Los demás nos darán una señal muy clara para que les contemos lo que hemos descubierto en nosotros: ¡nos preguntarán!.
Así como lo que aprendemos lo incorporamos recién cuando lo podemos aplicar en nuestra vida, recién enseñamos cuando los demás pueden ver en otros el cambio. No con nuestra teoría.
El cambio que queremos ver en los demás, empieza por nosotros. Reaccionando diferente ante lo que no nos gusta de los demás puede ser un buen momento para despertar en el otro la curiosidad de una primera pregunta.
No comments:
Post a Comment