Monstruo legendario con forma de reptil gigantesco, escamas, garras, alas y aliento ígneo. En algunas leyendas de la Mesopotamia, 2.000 años antes de Cristo, se cuenta la historia de la diosa Tiamat, un dragón que encabezaba las hordas del caos y el desastre. Por lo tanto, aniquilarlo era un requisito indispensable para la creación del mundo. Para los antiguos hebreos y cristianos, los dragones representaban el mal y la muerte. En el relato del Apocalipsis (12:1), cuyo autor es el Apóstol San Juan, aparece un dragón con siete cabezas y diez cuernos. "Su cola arrastraba una tercera parte de las estrellas del cielo y las precipitó sobre la Tierra'. En este texto, el dragón lucha contra la Mujer (el pueblo de Dios), porque el monstruo representaba al diablo. El texto es una verdadera obra de imaginación y un relato de extraordinario color y dramatismo: "Y apareció en el cielo un gran signo: una mujer revestida del Sol, con la Luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza. Estaba embarazada y gritaba de dolor porque iba a dar a luz. Y apareció en el cielo otro signo: un enorme dragón rojo como el fuego, de siete cabezas y diez cuernos y en cada cabeza tenía una diadema. Su cola arrastraba una tercera parte de las estrellas del cielo y las precipitó sobre la Tierra. El dragón se proponía devorar al hijo de la mujer en cuanto naciera. Pero el hijo fue elevado hasta Dios y hasta su trono y la mujer huyó al desierto donde Dios le había preparado un refugio para que allí fuera alimentada durante mil doscientos sesenta días.
Entonces se libró una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron contra el dragón, que fue vencido y expulsado del cielo".